José Luis Barrientos León

Te evoco

 

Te evoco, perfumada entre mis sábanas frías

Pronunciando mi nombre, ese que ha existo sin latido

Que no ha sido escrito, por décadas, ese nombre de sonidos sordos

Entre tinteros de olvido

Miro al lado y te evoco, desnuda la piel sin mis caricias

Desnuda las almas sin un beso

En las noches de conjuros, de hechizos en los rincones

Las luces de estrellas cuál cortejo en la habitación oscura

Iluminando las imágenes, presintiendo las ternezas

Te evoco, en la fragilidad de los deseos indóciles

En la algarabía de la pasión que se descubre

Con la voz que cautiva el alma, pronunciando nuestros nombres

 

Susurros de fascinación, conmovidos por la espera

Cantos sacros entre liturgias de anhelos excitantes

Te evoco y me evocas, sugiriendo las caricias,

Mi nombre olvidado por el amor, en tu boca

Tu nombre pleno de amor, en la mía

Tascando con riendas frágiles los miedos

Desatando vuelos supremos, de libertad y desenfreno

 

Susurros en los oídos, en las almohadas

Susurros de entregas y resurrecciones

Hermosa mujer, idolatrada, exánime y revivida, evocada

Resumo un silabario fresco con la humedad de tus besos

Distingo las luces vagas de tu figura en la lejanía

La desnudes que me abriga como niebla húmeda de melancolía

Para saber que te evoco, para sentir que me entrego

 

Me faltabas tú para encender las luces apagadas

Para liberarme del estado abisal en que dormía

Me faltaba tu huella para encontrar el camino

La amatista pérdida de mis sentidos

Te evoco entre el sentir místico y la tentación humana

Entre el poema erótico y el velo sobre tu cuerpo

Entre la luz que muere y tu sonrisa que nace

Te evoco y muero, te evoco y vivo

Para anhelar tu beso

Para alcanzar tu cuerpo