Tus pies… son el principio de todo.
Antes que te apropies toda de mí...
Me apropiaré de una parte de ti.
Mi mirada, no cayó cansada del derroche, por contemplar tu belleza,
Ni agoniza, consumida por el desvelo de mirarte.
Mi mirada cayó a tus pies, para repasarte, desde tu fundamento,
El pedestal que beso. Donde me arrodillo, sin lamentos.
Contemplando, cuesta arriba, tus prolongadas formas de mujer.
No me pude resistir, hablar de tu corazón.
Ornada bóveda, rebosante de pura pasión.
Profundamente sepultado, está enterrado debajo de tu pecho.
Su palpitar, es simplemente un hecho.
Y ni hablar de tu holgada espalda. El reverso de tu alma.
Prueba fiel de tu pureza. El fin y pastoreo para mis dedos.
…Y tus manos, saben siempre, dónde estoy,
Sin embargo, tan inquietas y erizantes, siempre me buscan,
Tu cuello; el panal dulce, que alborota, mis antojos.
El penúltimo escalón…
Para alcanzar, a tocar el cielo, con mis ojos.
Por ultimo...
Tu Boca... Corona viva, de mi misma lengua.