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NUESTROS ABISMOS

  No nos están preparadas caídas ni trampas, y no hay nada que nos deba dar miedo ni atormentar. Estamos puestos en la vida, como en el elemento a que somos afines, y hemos llegado a ser, por una milenaria acomodación, tan semejantes a esta vida, que cuando nos estamos quietos, apenas se nos puede distinguir de lo que nos rodea, por un feliz mimetismo.   No tenemos ninguna razón para desconfiar de nuestro mundo, pues no está contra nosotros. Si tiene espantos, son nuestros espantos; si tiene abismos, esos nos pertenecen; si hay peligros, debemos intentar quererlos. Si orientamos nuestra vida según ese principio que nos aconseja mantenernos siempre en lo difícil, entonces lo que ahora se nos aparece todavía como lo más extraño, se convertirá en lo más familiar y fiel a nosotros.