Cierro los ojos y la sensibilidad es agua
Que abunda en los torrentes inmediatos
Que salpica las cumbres sedientas de algo.
Que sólo tú has segmentado en mi alma.
Cierro los ojos y veo tu vida en el hiato.
En la abominable terquedad del ser
Que trasciende al lugar más cercano.
La sensibilidad riega los escaparates que los años
han dejado secarse al sol.
Al mirar por dentro los secretos tienen hambre
Se tornan en iris tumbadas sobre ríos de marrón
Se columpian en salpicones de verde aliviado.
Se esfuman por entre los amagos de un adiós.
Que acude a los pies mojados.