Inclínese el árbol sirviendo a su afán
de su fresca madera ofrece gusanos
luego encuéntrase él
entre canto de pájaros
o entre ruido molesto de un charlatán
Quien afirma que sabe a que pertenece
que poco le aguarda el instante presente
vive en la fría noche
que nunca amanece
la vida nos guía en su dulce torrente
El humano que no es capaz de inclinarse
no rinde cuentas con su fúnebre viaje
-Todo perece-
hasta el mas bello paisaje
La única forma de frenar esta huida
es pensar que el alma
nos vive escondida
agotando las formas
integrando la herida