A Alma Imperio Silva
Una nueva dimensión a la palabra
para que el silencio se convierta en grito
Un nuevo par de zapatos a los pies del vagabundo
una nueva sombrilla de luces para los búhos
un nuevo lápiz con que dibujar las horas
un enorme microbio
una nueva luz
y un nuevo alarido de la garganta de Luigi Tenco
para que los muertos salten de los cementerios
Un nuevo día para las semanas desgastadas
una nueva estación para el deseo vertiginoso
una nueva cita con el diluvio de los sueños turbios
un nuevo rincón para el dialogo
para que los jueces del universo
piensen con cabeza fría
Una nueva forma de perdón
para quienes asesinan la belleza
un nuevo cordón umbilical al centro de la tierra
para los zapatos del hombre de América del
Oriente del Levante
para las guerras sin sentido
para el apetito del poder
para la estrechez del crédito
para el plan de vivienda avícola
Una gota de amistad
nueva
inquieta traviesa
una amistad que sacuda
que nos apriete al cinturón del bazar humano
con los huesos perfumados en el agua ancestral
que le nazcan úlceras a los relojes
que renuncien los semáforos
que dinamiten la guerra
por los cuatro costados cardinales
que hagan con los peces nuevas divisiones
para que alumbre una nueva primavera
Una nueva dimensión a la palabra
y todo será tan humano
como si sólo se tratara del comienzo
ZINIA
Digamos que ella es bella
como el verde perfil
de los acantilados
que mira
con esa nostalgia reprimida de las cúpulas
antiguas
y que sonríe
con tres o cuatro
kilómetros de miel entre los labios.
Digamos que es hermosa
como el martillo que sueña
con olvidar el puñal de las semanas
que fabrica
hondas cavidades de plenitud
en el corazón con sus palabras
que da vigor
para sacudir el polvo
de odiosas y fatales
certidumbres
Digamos que es noble
como la felicidad que
nos embriaga de viento y sol
cuando esquivamos
esas invitaciones a morir muriendo o
a vivir a media caña
que es lo mismo.
Digamos que merece
un destino distinto al de los pájaros
que hay que tratarle
con la delicadeza que reclaman
las ventanas cómplices o el nido
de la mujer que supo
sembrar una flor de rebeldía en nuestros ojos.
Digamos que es bella
como la noche
el alquitrán y
los eternos aullidos de los guardianes
de la luz
O mejor:
no lo digamos a nadie.
mantengamos, más bien,
este secreto
libre de los tentáculos del sol.