Guillermo Bustamante

Poema

A Alma Imperio Silva

 

Una nueva dimensión a la palabra

para que el silencio se convierta en grito

 

Un nuevo par de zapatos a los pies del vagabundo

una nueva sombrilla de luces para los búhos

un nuevo lápiz con que dibujar las horas

un enorme microbio

una nueva luz

y un nuevo alarido de la garganta de Luigi Tenco

para que los muertos salten de los cementerios

 

Un nuevo día para las semanas desgastadas

una nueva estación para el deseo vertiginoso

una nueva cita con el diluvio de los sueños turbios

un nuevo rincón para el dialogo

para que los jueces del universo

piensen con cabeza fría

 

Una nueva forma de perdón

para quienes asesinan la belleza

un nuevo cordón umbilical al centro de la tierra

para los zapatos del hombre de América del

                                                Oriente del Levante

para las guerras sin sentido

para el apetito del poder

para la estrechez del crédito

para el plan de vivienda avícola

 

Una gota de amistad

nueva

inquieta traviesa

una amistad que sacuda

que nos apriete al cinturón del bazar humano

con los huesos perfumados en el agua ancestral

 

que le nazcan úlceras a los relojes

que renuncien los semáforos

que dinamiten la guerra

por los cuatro costados cardinales

 

que hagan con los peces nuevas divisiones

para que alumbre una nueva primavera

 

Una nueva dimensión a la palabra

y todo será tan humano

como si sólo se tratara del comienzo

ZINIA

 

Digamos que ella es bella

como el verde perfil

                                      de los acantilados

que mira

con esa nostalgia reprimida de las cúpulas

                                                                    antiguas

 

y que sonríe

con tres o cuatro

kilómetros de miel entre los labios.

 

Digamos que es hermosa

como el martillo que sueña

con olvidar el puñal de las semanas

que fabrica

hondas cavidades de plenitud

en el corazón con sus palabras

que da vigor

                         para sacudir el polvo

                                                  de odiosas y fatales

                                                             certidumbres

 

Digamos que es noble

como la felicidad que

nos embriaga de viento y sol

                                           cuando esquivamos

esas invitaciones a morir muriendo o

a vivir a media caña

que es lo mismo.

 

Digamos que merece

un destino distinto al de los pájaros

que hay que tratarle

con la delicadeza que reclaman

las ventanas cómplices o el nido

de la mujer que supo

sembrar una flor de rebeldía en nuestros ojos.

 

Digamos que es bella

como la noche

el alquitrán y

los eternos aullidos de los guardianes

                                                             de la luz

 

O mejor:

no lo digamos a nadie.

mantengamos, más bien,

este secreto

libre de los tentáculos del sol.