Desplomarse en el abismo del hastío…
en un viaje al universo de las dudas,
solitario navegante en el cosmos de tu espectro,
aislado por lo atroz de ese adiós inconsecuente,
derrotado por los vientos destemplados
de mi voz en desbandada.
Incurables las heridas me esclavizan,
me someten a su esquiva indiferencia,
con los ojos perpetuados en el cielo de la espera,
se derrama la impotencia en las mejillas…
en silencio,
cual oculto sentimiento,
cual secreto.
Pero, así como la noche
nos envuelve de tinieblas…
el albor de un nuevo día se revela,
y el milagro se concreta…
se hace magia.
Mis plegarias condensaron las tristezas,
y una luz se derramó en la extensión que nos separa,
se hizo fuego que depura,
resplandece en la penumbra,
nos decora con su hechizo,
y otra vez se llenaron de ilusión nuestros instantes.
Floreció mi corazón con tu regreso.