Hace ya algunos años y por alguna razón, tu cuerpo decidió abandonar este mundo, pero no pasa un segundo en mi vida en que no piense en vos y te extraño cada vez más. Pero sé que aún hay algo tuyo rondando por el aire, por el cielo... Te dedico abuela, estas líneas eternas.
Cada que miro el cielo, solo veo una estrella, grande y brillante, blanca y reluciente, tan efervescente.
Sin importar, ni momento, ni lugar, al mirar sin dudar, veo entre el firmamento a este cuerpo tan especial, y siento sin igual que la vida se pausa por unos segundos, casi eternos.
Me provoca una paz inigualable, inimaginable y por un breve momento siento su compañía, me transmite seguridad y llena un gran vacío con tierno cariño.
Yo sé que me acompañas en cada instante, aunque la luna y las nubes se enlazen, empañando el cielo, aún puedo seguir el rastro de tu luz.
Todas las noches sin excusa te busco y te encuentro, firme y radiante entre las demás.
Y me gratifica, pero eso no significa que dejaré algún día, de soñar con un memorable abrazo; y recordaré por siempre todas y cada una de las palabras dulces que me decías y transmitías.
En las noches más frías y oscuras, te extraño mucho más, pues no puedo verte a través de aquella estrella...
Pero me tranquilizo al saber, que mañana va a escampar y a la noche te podré notar, más grande y más brillante que antes... Te quiero tanto, pero eso ya lo sabes.