A Lenin Moreno
Has parido, Matria,
a tu hijo tullido
vergüenza de haberlo parido.
No podemos amarlo pues
es nuestro escarnio.
Ha levantado la quijada del asno
para avergonzarnos y herirnos.
La Matria debió amarle
como toda madre ama
a su engendro
sin importarle
su alta traición y engaño.
Ese engendro estará presente
en las lágrimas del obrero
en el dolor de los desheredados,
en la tristeza de los conscientes
de los que miran al Sol
detrás de cualquier horizonte.
Él nos avergüenza
como el hermano borracho
de placer y poder.
Como el amante de la riqueza
y el buscador de falsos tesoros
como el que busca tesoros fáciles
como el timador
y el que levanta falso testimonio.
Matria dolorida, sufres dolores
por el peor de los partos
y derramas lágrimas punzantes
amargas y dolorosas.
Pero este dolor pasará
y tus lágrimas se evaporarán pues,
madre, dejarás que la justicia
ponga su reino de paz y verdad.
Los pueblos mirarán tu dolor
y te darán consuelo y paz
ante tu luto y tristeza.
Y olvidarás esa traición y los hermanos
harán justicia
ante el horror y la desvergüenza.
Tus dolores serán sanados
tu tristeza tornará en alegría
como la alegría de la madre
que recupera al hijo perdido
o al hijo que retorna
de un lejano país.