La ternura encontrada en la lluvia, que ya no hallo en tu partida,
fría pena para con los que aquí yacen, recostados y acongojados,
te vió entrarte en mis pasiones tempranas, arroparte en el alcohol
que bebí , y brotar como bala que encuentra paso en el costado.
Hay tanta quietud en la niebla blanca que no otorga amnistía para con el
ocre cielo de julio, obsesionadas las aves buscan refugio en
las copas mientras tirito de soledad.
Padece el paraje piedad para con los mendigos de vida y mendigos de ti,
porque de ti queda solo un abrigo sin aroma, una llaga que supura obsesiones y
los hijos del futuro ahogados en el alcohol de la tarde.
Entonces los días resuenan imitando los días que éramos extraños, dispuestos a pena de muerte
por el fervor alojado en nuestros jóvenes cuerpos.
Ahora la brizna se parece a ti, imperceptible, es un esboce de
secretos que ya no entienden mis oídos tiranos
es manso su beso al aire como lo es
el susurro en un sueño que eventualmente recorrerá pasadizo hacia el olvido,
porque esta tarde los olvidos dicen mas que los recuerdos
y los va asimilando el matiz gris de la lluvia que bautiza las almas de
la tierra.