Ésta cuadriculación maldita, que no lleva a más nada si no ha tener que renunciar a lo que realmente se percibe para lo que sin especulación cada persona fue hecha.
El amor no es un invento, el amor es solo un adjetivo por miles de millones de años de civilización, otorgarle ese nombre a la necesidad de compañía representada en la búsqueda de apoyo para defendernos de un depredador, pero hemos involucionado ahora somos nosotros el depredador, atrapados en nuestros propios cuerpos y pensamientos, ahora le decimos amor a esa sensación de resguardo, desprotección y vulnerabilidad cíclica de la que jamás se ha podido escapar, somos seres de sociedad, la compañía es instintiva por supervivencia racional.
Ésta cuadriculación maldita, ese empeño frustrante en no dejar el enemigo más profundo que poseemos, controlamos ese temor enorme a la soledad que por supuesto podemos apreciar con esta claridad, verse solos es equivalente a morir pero eso hace tiempo ha dejado de pasar al iniciar el viaje a la comunidad.
Ésta cuadriculación maldita en las que nos vemos apoyados para no afligirnos, viciar el amor y la compañía al punto de volverlos despreciables, en como el sistema hipócrita de la autocrítica nos ha absorbido y a dado solo las migajas para poder continuar…
Ésta cuadriculación maldita, humana, adulta, inerte totalmente infértil en la conjugación humana, solo ha tergiversado el menester de acompañar y ser acompañados, en eso que creemos dependencia y necesidad cuando en realidad no lo es, teniendo la convicción de controlar los extremos se podrá seguir adelante solos,
¿y ese vacío instintivo se podrá alejar?
Ésta cuadriculación maldita que nos dio la civilización actual, porque la compañía es amor, y la soledad desamor. La soledad permite poder apreciar al otro mejor y crear una unión, la estabilidad de la humanidad no se encuentra en triunfar si no en caminar decidido que cualquier cosas que nos haga feliz valdrá la pena hacerla sin objeción.
Ésta cuadriculación maldita, que nos hace cada vez menos expresivo hacia el amor, convencidos que ese resguardo a no permitir realmente nos llevará alguna postura dirigida capaz de disfrazar nuestra soledad en caparazón.
Ésta cuadriculación maldita, sin espacios para lo espontáneo, llevado al extremo de solo creer que el significado de la vida es proyectarse al lado del éxito ambicioso y no insatisfecho por como vivimos priorizando ese estigma otorgado por la frustración de quién no decidió poder echar andar de verdad su corazón.
Nos cuadriculamos para resistir, sin saber que hemos dejado de sentir a ese ser humano que decidió entregarse a convivir este pequeño lapso de tiempo que le decimos vivir.