En las arenas perdidas
de la mar de tu piel
creí encontrar refugio
en aquel amanecer;
fue todo tan bonito
en el instante aquel,
que por momentos olvidé
que mía no puedes ser.
Y en la infinita ternura
de tu voz y tu mirar
se recreó mi alma
y quiso hacerse a la mar,
y quiso ser velero
y navegar sobre tu ser,
mas no encontró camino
y bien pronto naufragó.
En las arenas perdidas
de la mar de tu piel
naufragaron ilusiones
y el amor que nunca fue;
soñé que había un puerto
para anclarme en ti,
mas tu cielo fue tormenta
y aquel puerto nunca vi.
Y con la cruel dulzura
cómo sueles hablar,
encontré que tienes dueño
y no eres libre para andar;
¡lástima que al amor
se le exija caminar
por una senda fija...
y no tenga libertad!
xE.C.