Y me pregunto cómo en la vida de otros
sienten los abrazos, suenan los sueños rotos .
Cómo se dibujan las sinalefas del infinito .
Cómo se resucitan todo los que fueron.
Peatones del día que reveló lo que sintieron.
Y me pregunto si se comprendieron.
Si cuando se abrieron, conquistó el asombro.
Si se ubicaron por eternidades en los armarios
que los anudaron a los suelos
de termitas ermitañas que los corrompieron.
Si fueron algoritmos de la ciencia paliativa
que se supo en un momento.
Y me pregunto qué color tiene su sufrimiento .
Si se expande como tinta sobre el alma y más adentro.
Si apuñala la mentira de lo que no vale el tiempo.
Si agrieta las encías que sangran la ciencia de los besos.
Si el sentir de otros es como el mío, tan cierto.
Si en el arte constipado de su abulia de convento
perpetúa una cadena de asteriscos diminuta
al pie de cada uno de sus textos.
Textos de vida esparcida como confeti de esperpento.
Y al caer de rodillas, les retumba la amígdala por entero.
Me pregunto si se conocen como yo los veo.
Si navegan por sus cicatrices, tan abiertas que los veo
transfugar por sus canales hacia los más adentro.