Y lo nombrabas con esas verdades que se dicen con las pausas,
y mi musa que era tan pobre apenas podía sostener la palabra,
en los extremos de un muro tan difícil, estás,
acurrucando mi sed, partiendo mi corazón hipocondríaco,
a veces trepo cuesta abajo y me atrevo a pronunciarte querido mío...
¡Cómo te sales de los márgenes en este instante entre mi dolor hecho roca,
en duelo con mi equipaje: un libro de Gabo, un corcel que me lleva al pasado,
un piropo que congela algún hábito y yo...
pensándote con el viento entre mis manos.