¿Se recuerdan de don Cando,
marido de niña Chana,
que hace un mes en la mañana,
lo sacó correteando?
Pues aquí sigue la historia
en plática con Ruperto
que sabe del loco entuerto
con relevancia notoria.
El día de la camorra
Ruperto le dio posada
le curó la pescozada
y hablaron como cotorra.
¿Y qué le pasó don Cando,
si lo veía tranquilo.
Hoy lo tengo de pupilo
por andar tunanteando?
¡Ay Ruperto, buen amigo!
¿cómo puedo yo explicarle
si solo pude tocarle
a niña Juana su ombligo?
Pues yo no le creo mucho
lo que me está confesando
el dicho va adelantando
que chucho no come chucho.
Y salió la carcajada
de aquellos dos sinvergüenzas
que perdieron sus vergüenzas
por vida desordenada.
Y contaron sus pasadas
con cierto arrepentimiento
por el duro sufrimiento
de sus noches desoladas.
Hoy enfrentan soledades
por andar de pica flor
y perdieron a su amor
enfrentando tempestades.
La lección ha sido dura
sin mediar un eufemismo
son los frutos del machismo
que en la sociedad perdura.
¡Vaya singular cultura
que destroza los hogares
y los hijos con pesares
sufren también la ruptura!
Con esta historia contada
se vendrán mas reflexiones
pa´ cambiar esos patrones
de una vida apesarada.