En esos flashes de la infancia
en que mis ojos te miran
esos despertares cotidianos,
de esos cálidos días.
Y no hubo un solo momento
sin dejar de vizualizarte,
alado de aquella ventana
en las primeras luces del día.
Y tu rompiendo el silencio
llamandome a tu lado
junto a aquella ventana
donde iniciabas el día.
Ya sentada frente a ti
me relatabas nuestra vida
a que hora se había ido mi padre
y a que hora volvia.
Todo el trabajo
todo el esfuerzo
de luchar por nosotros
y el pan de todos los días.
Las imagenes que resguardo
de una madre que daba su vida
en la soledad de la mañana
fuerte e imponente se erguía.
Y los ojos tiernos de un padre
que entregaba al trabajo sus días
y en palabras mudas
ocultaba su fatiga.