Ben-.

Acuarela indigna-.

Oh sí, pagamos caro

el enigma del sacerdote

suicidas sobre pedestales herméticos

y sufrimos las consecuencias

de golpearnos los dedos

contra las barreras de los arrecifes.

Y permitimos la fundación

estructuras erráticas de mayor geografía

entre ciudadelas de nombres impronunciables

donde administramos la gloria divina

contra la herrumbre de las paredes.

Oh sí, está claro que fue la calvicie,

la frecuencia de su impetuoso torrente sanguíneo,

ungiendo con excesiva premura

los orines de las vacas pastosas.

Así que aniquilemos la distancia floral

los erróneos delirios hasta rectificar y remitir,

la circunferencia de nuestros aposentos-.

 

©