El viento sopla
sin verlo venir,
mas a mí llega
y lo puedo sentir.
Levanto las manos,
calor siento en mí.
Elevo la voz
desde mi corazón
y viene el recuerdo
de donde Él me sacó.
Dichoso me siento
por hallar su perdón.
Gotas primerizas
del imparable aguacero
caen de los dos luceros
en donde mi Señor
me amó primero
y su sangre por mí derramó.
Mi primer amor eres tú,
¡Oh! mi Dios.