Eres como el espectáculo más esperado, sin razón de no asistir a dicho evento programado. Todo privilegio se mantiene con auditoria, y la cantidad de distinción llena el escenario con tanta devoción. La claridad de toda frente alta escoge tu imagen para admirar, y llenan todo su orgullo con eterna bondad. El talón empieza a subir, y el concierto estremece sin llegar a fin. Nadie se atreve a señalarte, porque existe en ti una abundancia de prestigio y talento sin igual. Tu triunfo brilla más que las estrellas, filtrando envidias por docenas. La inquietud de llegar al espectáculo es tan aficionada fuera del escenario, que ni el dinero será suficiente para relacionarse con dicho empresario. La entrada no es por invitación y menos por quien te acompañe, porque a tu mundo y espacio, nos anhela por lo menos para entrar por un rato. Artísticamente y profesionalmente se quedan muy lejos para intentar descifrar tu nombre, y confieso que emboco lo más alto y más profundo, para revelar tu persona escasa de rivalidad. Exijo quererte y confesar que tan especial eres para mí, y honorablemente exclamo compartir tu corona en tu realeza. Invierto para ti mil maneras agobiadas para adorarte, y me preocupan la luna y las estrellas que imitan la distancia a donde puedes llegar, porque la visión a tu grandeza refleja lo que no podemos evitar.