«¿Qué es lo que siento?», me preguntas.
«¿Qué es lo que quiero?», me interrogan
tus ojos, tu expresión inquieta.
¡Ay! El silencio hace su entrada.
No respondo. Me quedo mudo.
No respondo, mas no te asustas.
Esperas. Esperas. No lloras;
me contemplas. Estás atenta.
Yo trato de elevar el habla,
decir palabras, no ser rudo,
sino tierno y darte la luna.
¿Qué digo? ¿Qué expreso? ¿Qué cosa?
Te miro. Te miro. ¿Qué piensas?
¿Qué pienso? ¿Qué siento? ¿Qué canta
en mi ser interno? ¿Si dudo?
Definitivamente, nunca
dudaré de que en mi ser mora
mi amor por ti que cobra fuerza
y fuerza a pronunciar palabras,
decir «amor», no estar enjuto
de expresiones, cariños, cunas,
delicias, gestos, flores, rosas,
cantos, poemas, bailes, mesas
llenas de buen vino que embriaga,
mas no tanto como estar juntos.
«¿Qué es lo que siento?», me preguntas.
Siento todo; siento la aurora;
siento fuego, pasión, quimeras;
siento luz, cielo, tierra, danzas,
música, tambores del mundo.
Si estás tú, pierdo la cordura
por los sentimientos que brotan.
Pierdo el habla ante tal belleza,
belleza que eres tú, rumana.
En mi voz quedo con un nudo.
Guardo silencio, porque es mucho.