Después de subsanar mi herida
paso el dedo, sobre la cicatriz maltrecha,
no me llames ahora, no me busques, no me invoques,
borra las huellas de mis pies
que te han seguido.
No es dolor lo que me causa miedo
ni el grito insoportable del destierro,
es; este viejo corazón que desvanece,
estos libros leídos tantas veces.
Que repetido instante…
es el decir ¡te quiero!
por eso no duele la herida
es esta cicatriz como un recuerdo.
Esta lejos este amor -pero lo acerco-
toca tus senos, tu vientre y tu entrepierna,
moja tus labios un momento quizás
pero en la noche
y estaremos unidos los dos ya sin saberlo.