Solemnidad que se aprecia,
se retuerce, se acongoja,
se va llorando de pena,
se va buscando una aurora,
un sueño de primavera
en el país de la sombra
que se alarga por la tarde
cuando se siente muy sola
sobre el panal de la abeja
que recorre por los campos
los vuelos de miel mojada
que se lleva a la colmena
visitándose con rosas.
Solemnidad que si entiendo
me hace acordar que estoy sola,
solemnidad que perpleja
la timidez en mis huesos
se demuestra cuando llora
con tanto todo planeado
que nada se hace sorpresa.
Solemnidad que no busco,
no sé si la encuentro a veces
cuando me llevo los sueños
a las alturas del cielo
cuando anhelaba sin tino
alguna palabra suelta
del cancionero argentino.
Solemnidad que no entiendo
cuando se pone tediosa,
cuando me asusta de veras
porque no sé si me meto
en entreveros de loca.
Solemnidad y tradición,
qué difícil se hace ahora.