\"No esperes que yo vaya\"
me dijo triste
\"No soy como te imaginas\"
—Pero ven —le repliqué—
¡No puede ser para tanto!
Y cuando por fin llegó
grande fue mi asombro:
No tenía labios,
Ni siquiera tenía boca,
¡Pero qué hermoso me hablaba!
Y sin embargo,
ella se sorprendió aún más,
al darse cuenta de que yo
no tenía ojos
y aun así la miraba.