Una casa en ruinas,
arrumbados los muebles deslucidos
y sus moradores al olvido.
Del rumor de las palabras
que entre ellos se dirían,
quedan las sombras
de sus siluetas en el espejo.
Adiós a sus esperanzas,
enterrados sus penas y sueños
entre escombros y cenizas.
Si las paredes hablaran
seguirían contando esa historia
en cada estancia
de la casa vacía.
Descarnados, tristes esqueletos
y degenerada escoria,
es hoy la casa caída.
C.C. Lizarán