El dintel de aquel salón
dorado y plata
de tu morada
ha sonado sin paciencia
consentida....
Mientras, tus cabellos grises
reflejos
de soles y vientos transcurridos,
han herido cristales
y espejos
que encerrados
sus frágiles pedazos
atraviesan constantes
este día...
Recostada en esta noche
negra y horizontal
no encuentro ya
huellas de tu sombra...
Los dúctiles y nacarados
hilos de seda que enmarañaban
tu recuerdo,
han desaparecido
y son cenizas ya,
sin Memoria...
Ya, la noche grávida
y centellante
de puros diamantes inaugurados
se anida,
perezosa
en los vuelos y latidos leves
de tu recuerdo parpadeante,
(como el palmoteo trágico
en la mar.
de una perdida gaviota)...
(Patricia)