Guillermo Bustamante

A una calle del sur

Cantémosle a esta calle

a la curva

que se esconde

tras su último bostezo.

 

Cantémosle a sus nidos

de amor

donde pernoctan

caricias insondables.

 

A sus techos de pajas

incoloras

a sus zaguanes de sueños perseguidos.

 

Cantémosle a la luz

que aún palpita entre sus cosas

y a los niños

que llenan este desierto letal

con la riqueza vegetal de sus entrañas.

 

Cantémosle al sol

al ruido humano

a este basura que se tragó el atraso

y a la vida

que tiene mucho de caballo vencido.

 

Cantémosle a la rana

orillada en su penumbra milenaria

y a la sombra del viejo que desviste

la ventana

de sus años.

 

Cantémosle a la piedra pisoteada

a la mujer herida de muros, arrabales y palabras

al silencio de la cerca,

a la escoba, a la espalda cargada de retazos.

 

Cantémosle a la puerta

que abrió sus piernas al cansado viajero de la

                                                               madrugada

y al sombrerito aquel

olvidado en un instante de alegría.