La cita perfecta sería sin duda, una que empezara sin planearse.
Imagino la siguiente escena:
Yo caminando por la calle, vestido con unos jeans azules, botas café, una playera tipo v color blanco, un suéter azul rey y un abrigo color azul marino, con una bufanda color vino alrededor del cuello, mientras cae nieve, pero apenas una brisa fría con unos cuantos copos de nieve cayendo. Paso a una cafetería y pido un white chocolate mocha con cherries, crema batida y chispas de chocolate, pago y salgo del lugar, doy un sorbo a tan rica delicia y me tapo con la bufanda; mientras la bufanda cruza mi cuello, volteo y algo capta mi mirada. Una joven, delgada, vestida con un abrigo negro y un pantalón del mismo color, con unas botas para la ocasión.
Ella voltea y cruzamos miradas, yo alcanzo a sonreírle antes de que mi boca se cubra, ella me responde con un guiño.
Me detengo por un momento, y decido poner de lado mi miedo, me acerco a ella y me presento con un cordial saludo.
Ella me dice su nombre, yo respondo con el mío, entonces ella sonríe amablemente.
Le invito un chocolate, ella acepta, nos ponemos a platicar, primero del clima, ya sé que original, y después cambiamos de tema, y vemos que tenemos muchas cosas en común, nos pasan las horas, y el día comienza a decaer, ya solo se aprecian las blancas calles, y el frío anochecer.
Le ofrezco una caminata bajo la nieve, con nuestro interés el uno por el otro, ella acepta y caminamos bajo las estrellas que alumbran la ciudad.
Desde el momento que la vi, me enamoré, ¿pero como podía enamorarme sin conocerla? Tal vez eran esos ojos azules, o su cabello rubio que caía como una cascada de su cabeza hasta sus hombros, o quizá sus labios, un poco de color rosa, pequeños, pero definitivamente atractivos. O tal vez sería su porte, su manera de caminar o su dulce voz que logré escuchar.
Después de varios metros caminando, nos detenemos bajo una de las torres de la avenida, que con la nieve le dan otra vista, y le digo, que afortunado soy.
Ella responde con duda en sus ojos, ¿por qué lo dices?, y yo le respondo:
Creí que este día, por la nieve y el clima, ya era perfecto, no creí que existiera algo más bello que una ciudad cubierta de blanco, con villancicos sonando en mi cabeza. Entonces me di cuenta de mi error, al mirarte, sabía que existía una belleza superior, y una complementaria; superior porque mis ojos ven algo hermoso, complementaria porque tú hiciste este día perfecto.
Ella guardó silencio por un momento y respondió:
Entonces ésta es la cita perfecta, porque no te sonreí por pura educación, sino porque muchas veces así empieza el amor.
La miré con tanta determinación, y ella con un nerviosismo digno del primer beso.
Me acerqué a sus labios, y ella se acercó a los míos.
La cita perfecta, dos siluetas cubiertas por la nieve y la ciudad, entrelazadas en un beso, con un destino por descubrir.