Te presentas tan noble
en el mar oscuro de tus peces estelares
con la única canoa de plata andante
que desembarca únicamente en tu presencia.
Cuando en esa canoa navego
aprecio la vestidura de la tierra,
con sus constelaciones artificiales que rebosan elegancia
y que solo se arregla en tu arribo.
Sin percatarme de mi ausencia sigo remando,
flotando entre fantasías nocturnas
que vislumbran relatos de la realidad,
disfrutando el goce de seguir soñando.