Nuestro coparticipe Boris Gold,
expresaba amenamente, coloquialmente, simpáticamente,
su transcurrir por este mundo;
sus pasos pasados;
el presente y el futuro,
le eran inverosímiles,
ajenos,
ese muro le era insalvable.
Lo mismo le sucedió a Mario Benedetti,
al decir que,
cuando tenía todas las respuestas
de pronto
le cambiaron todas las preguntas.
Así sucede, es tan palpable
el deterioro de la vida en el planeta,
que fingirse fuera de esta realidad
o evadirse con palabras vacías,
no tendría objeto.
El hombre ha matado la esperanza,
incluso de aquellos sueños
más sublimes,
mancillados por los mismos
que deberían haberlos impulsado con su ejemplo.
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