Mi mano es una mano egoísta
se niega a soltar,
mi pie empieza a trotar
y mis ojos vislumbran
la lejanía, se distraen,
mi estómago rebelde
causa de mi dolor insondable
me devora por dentro.
Mi cabello cano sobre mi cerebro arrugado
calienta las ideas, los versos.
Es tiempo de perder el cuerpo,
es hora de abandonar el miedo.
Hoy voy perdiendo el cuerpo
a cada paso tímido como un
reloj de arena encendido.
La ceniza esparcida huye al ritmo del viento.
Esta mañana estoy perdiendo el cuerpo,
con cada palabra gano un poco de tiempo a ese reloj incierto.
Perdí la cabeza,
los recuerdos y los sueños.
Voy perdiendo el cuerpo
como perdí el cielo,
el día se inicia lento y frío,
el día de las cosas secas,
No puedo soportar vivir en voz baja, los oídos son los únicos que me alcanzan.
Pesaba en mi cuerpo
la oscuridad de una nueva noche húmeda,
pero no se retrasa el doliente crepúsculo
que presenta la aurora de la luna
solo brillan tus ojos, ya no importa nada,
la carne se fue, solo el alma desnuda.
Tanto que sufrir,
tanto que agradecer.
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