Te quiero con la fuerza de los mares,
te adoro con el céfiro apacible,
te siento en el perfume inconfundible
que tienen los divinos azahares.
Te escucho, del zorzal en sus trinares,
te toco en la amapola tan sensible,
y veo tu silueta indescriptible
mirando la esbeltez de mis pinares.
Tu fuiste concebida por Natura
con toda la belleza que enternece;
y llevas en el alma la ternura
que tiene el gran trigal cuando florece;
que inspira la magnífica obertura
con nota celestial, que amor ofrece.
Autor: Aníbal Rodríguez.