Voy a horcar mis pensamiento en cualquier
momento, mis ojos ayer cumplieron cuarenta
años, aunque mi cuerpo ya va por los sesenta
ocho, y toda esta situación la verdad es que
me da mucho vértigo
Esta mañana mi espejo se ha suicidado y en ese
preciso instante que lo he descubierto, he arrancado
todas mis arterias y con ellas he fabricado una fuerte
cuerda para escapar por la ventana de una mínima
esperanza, y cuando he tocado suelo, para mi asombro,
he visto a dos piedras como discutían.
Una decía que siempre que tenía una flor en sus manos
a los dos días se le moría moría, la otra le respondía con
una sonrisa que evoca al pasado que a menudo se acordaba
como en otra vida fue una hermosa gardenia amarilla.
Todo lo que viví hoy, es ahora ayer, y a mí me parece que
han pasado siglos, y en varios de ellos fui un borracho
alcohólico que se bebía la vida desde la mañana hasta
la madrugada
Aun me acuerdo de alguna vida donde fui, y luego dejé
de ser, en una de ellas, me acuerdo como si fuera ahora,
que fui espadachín, vivía solo para los duelos con idiotas
egocéntricos, pedantes y soberbios que se creían alguna
cosa, cuando no somos realmente nada, a todos ellos maté,
y puedo asegurar que nunca vi a ninguno de sus fantasmas.
He cruzado la vida nadando en alta mar, y un día me di
cuenta que todo lo que hacía era para olvidarte, pisé
tierra firme, y entonces sin venir a cuento, pude ver
asombrado, que cuando llueve, mi alma tiene goteras
y no las puedo o no sé reparar, pasó el día contando
gota a gota, de verdad es una auténtica pesadilla,
aunque hoy he llegado a pensar que quizás sean
lágrimas muy antiguas y olvidadas que estaban
estancadas esperando salir, guardadas en algún
estanque de los muchos que guardo del pasado.
Árbol de plata, ramas de oro, de él nació la bella guitarra
que tengo y toco, el sonido que sale de ella a mí me parece
oír a un eco de Angeles cantando desde allí arriba en el cielo
Tu vientre, no puedo olvidar esa peca de tu vientre, y esos
ojos tan verdes, que te quiero verde, yo te quiero verde
Tu boca es mi boca, me decías, pasándome tus dedos suavemente por mis labios, mirándome fijamente a los ojos, en una declaración de amor, posesión y deseo, y que por ellos estabas loca, ahora te escondes de mí y de mis labios que son tus labios, con ello demuestras que serás una cobarde toda tu vida.
No soy un fingidor nunca escondo mi dolor, aunque la vida
día a día me va matando sin compasión, pero nunca
conseguirá robar mi razón,
Reconozco que soy muy singular, siempre llevo entre mis
boca un clavel rojo que sujeto el tallo con mis dientes, y un
cuchillo largo clavado en el medio del pecho y aguanto tanto
dolor, porque tengo una voluntad de acero para no sacarte
jamás de mis adentros.
Mael Lorens
Reservado el derecho
de autor 14/06/2021