Dos gotas de agua se han evaporado,
dos luces brillantes, que con dulzura
portaban alegría, amor, y ternura,
a su hogar, a cualquier lugar imaginado.
Alguien les ha robado el presente,
les ha robado el mañana,
alguien ha decidido con saña,
que para siempre estén ausentes.
Alguien ha clavado una daga,
a una madre en su corazón,
que arrodillada por ese dolor,
entre sollozos, la cabeza amaga.
Ya nunca será lo mismo,
para una madre que ya no llora,
que ha vaciado sus lagrimales
por esos ángeles que añora.
José Antonio Artés