Cuando comencé a sentir una sensación de felicidad, me asusté…
La tristeza por sentir esperanza de querer vivir era algo que me abrumaba, más cuando, quise morir por tanto tiempo.
Comencé a llorar porque agradecí que mis padres no perdieran a su hija, pero entre más ganas de vivir tenía, más deseos de alejarme nacían dentro de mí.
Era un deseo extraño, porque descubrí, que a la única que le pertenezco es a mí.