Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma...
Llueve, el cielo se ilumina con cada relámpago caído, destrozando la tierra, ensordeciendo amor no correspondido.
Diluvia, lágrimas del alma caen como lluvia, nubes esconden la luna, oscuridad infinita sin noticia ninguna.
Cómo recordar tu calided entre el frío de esta noche, cómo sentir un ápice de tí sin ningún reproche, aquí en medio de la nada, empapada por las goteras de un alma desgarrada, tiritando desganada bajo la última tormenta de mi vida encadenada.
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Alguna vez te preguntas:
Qué estará haciendo ahora, por qué no publica, se acordará de mí...
Dónde estará, con quién, hoy volverá... ¿se habrá ido para siempre?...
Estará mirando la luna??? Ó por el contrario bailando entre la tormenta, esquivando cada rayo que lanzo, tapándose los oídos para no ensordecer, cerrando los párpados para no volver a ver cada recuerdo con el que construimos una historia, nuestra historia de dos,
dos almas gemelas,
gemelas de pasión,
pasión por los desvelos,
desvelos por amor,
amor desconocido,
desconocido lo que pasó,
pasó por casualidad,
casualidad fue destino,
destino a un principio,
principio sin final,
final sin fin pero se acabó,
acabó en el infierno,
infierno que ardió,
ardió la esperanza,
esperanza se desvaneció...
Y así infinitas cadenas de palabras es nuestra condena, nos decimos todo y no entendemos nada, dos vidas y con ellas dos almas separadas.
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Mi poema 237, números impares, como nosotros mismos; no pensaba volver a escribir, he dejado el arte a un lado, han muerto mis miradas, he enmudecido al viento, ya no grito, no susurro, no lamento... ya no me asomo por la mirilla, no hay ganas de abrir viejas heridas, he repudiado cada fotograma que te he brindado, me alejé de las redes, abandoné mi alma en un descampado, una noche como ésta, desbordada por una tormenta insignificante que para mí fue lo más grande, esa noche no llovía, no relampagueaba, no tronaba, tan sólo sufría, por lo que tu arte decía, dolía, joder si dolía... enmudecí, quise alejarme de tí, de aquí, de todo lo que viví, no sabía dónde esconderme, y en mi tormenta quería dejar de llorar, dejar de sufrir, no lamentar todo el tiempo que perdí, y te preguntarás ¿por qué estás aquí?, (sé que lo harás...) es muy fácil:
PORQUE VENCÍ, simplemente comprendí que lo último que vi es lo que te hace feliz, y así yo feliz contigo, necesitaba despojarme de tu abrigo, encontrarme entre mi caos y locura, abrir los ojos, dejar los grises de mis antojos, sanar con cicatrices, imponerme las directrices que destrocé cuando te conocí, VENCÍ, mi Ángel oscuro, más de 237 batallas perdidas y en esta ya he ganado, mi número par², impar³, par⁸, y aunque tu estés en medio, me proclamo ganadora sin remedio, pues encuentro sentimientos que me sacan algún \"pero\", pero entre la tormenta ya no hay nada, puedo reírme de mí desesperada, de mis ojos ya no caen lágrimas saladas...