Raul Gonzaga

Padre, nunca me la quites

Padre, el fuego lo resisto,
quemando a diario mi cuerpo,
tengo el pecho descubierto
muy lacerado y herido;

Padre, sigo sin destino,
sobrellevando el tormento
con mi oración para el Cielo,
con el llanto reprimido;

todo lo acepto sin queja,
con la paciencia de Job,
con la prudencia de aquélla;

mas, no me quites su amor,
porque en ella encuentro fuerza:
ella es mi auténtico sol...