Parado ante el reloj
nada me importa más o menos.
Tiemblo y sin tensiones
me echo al lienzo,
mi mente en orden alfabético
(corren por la calle
mis anteriores nervios...).
Ahora sí siento
en armonía fluir mi cuerpo;
lo adapto a un papel
y huyo eléctrico.
Tú bésame de nuevo
otras cuantas veces...
Quiero más de eso
que tanto me hizo
nacer de nuevo,
morirme en tus brazos
siempre fue mi deseo
más fuerte.
Quiero, te quiero
y separo distancias...
Quiero quererte
todavía más,
que para eso
de estrechar tu cuerpo
contra el mío
los dos sabemos
que nunca es tarde.
Fumo esperando
desde entonces
el momento
de volver a vernos
como éramos
de rebeldes
de pequeños...
Me tumbo boca abajo
en la cama
y surgen versos
tales
como yo jamás pensara.
No necesito ya drogarme
salvo con tu aroma
cuando vuelvo
porque quién es más poeta
que quien lo es
sin querer serlo,
y me siento ya capaz
de cualquier cosa
que se pasase
por mi cabeza.
Mi lucha
corre a favor
de todos aquellos
que no pudieron
en su momento
más que arrojarse
a un destino incierto,
muerte segura,
y no hicieron
sino caer
en agujeros de silencio.
Y batallo
hasta la sangre,
con esta llegándome
hasta los huesos.
No pienso callarme
hasta que sea
el último en caer
o la victoria
nos abra
ante un nuevo amanecer
los ojos ciegos
curándose
al ver eso,
y nuestras fuerzas
al límite
den al fin su fruto.
Con hielo en mis heridas
y adelante bien la vista
enfilo todas mis tropas
hacia el más seguro abismo.