Guillermo Bustamante

El hombre que he vivido

Es tanta mi oscuridad que no recuerdo las

                                                                           ciudades

 

La ira que guardo en cada poro

sería incomunicable si estuviera muerto

 

Me han roto más de una vez esta piel

y la sangre que he visto brotar del fondo

                                                 de mi almacén de venas

                              es incapaz de narrar este suplicio

 

He estado en cárceles de estreno

donde el espíritu es saludado a garrotazos

 

Me han dicho cobarde

he decepcionado a quienes me creyeron infalible

invariable

y animal doméstico sin duda

 

Por poco he estado al margen

del delirio colectivo

a pesar de que sueño con ejércitos de hambre

 

Jamás he tenido certeza de mí mismo

 

Sólo poseo una constancia voraz de mis errores

 

Durante largas noches, viajes insomnes,

                                                             puertos abstrusos

acompañado a ratos por la lucidez del viento

la noche como punzante fiebre interminable

he comido carne con gusanos

acostado continentalmente sobre bultos de cemento

 

He sido también un hombre del desierto

si así se puede llamar a quien sale a la calle

y sólo encuentra almas de arena

 

 

Los cactus de nuestras costumbres

han transcurrido ante mis ojos

y me han regalado una expresión de júbilo

difícil

entre cada espina de su corazón delicuescente

 

Sólida de horrores

mi memoria

ha logrado contener la trepanación de sus secretos

                                                                        más grises

 

A veces ha tenido que subir

hasta el sombrero de los grandes edificios

a rehacer mis pasos en la manigua de concreto

 

He construido mi vida

con virutas de agua

bajo la sombra de trenes misteriosos

y esa agua se ha ido evaporando

y el estanque casi ha quedado vacío

como si el sudor de tanto domingo febril

y la sal de tanta inocencia atropellada

al pasar frente a la luz del mediodía

y la sabia de tanto sacrificio universal

ratificara la inutilidad de toda prisa

 

He sido lineal fugaz espectral

rinoceronte aritmético

 

He vencido pero también he sido derrotado

 

Me han invadido la conciencia

han parcelado mi sensibilidad

me han dicho sigue este camino

y no he recibido siquiera una bicicleta

para lanzarme solidariamente con ella entre las

                                                                      sombras

 

Me han envuelto las manos en asfalto

han querido ocupar mi lugar

como si apenas se tratara de un cambio de

                                                                         repuestos

me han cortado el grito

y han hecho trizas mi palabra

 

Pero jamás me detendrán el gesto

y estos ojos que nacieron debajo de mi frente

estarán siempre al acecho

serán siempre leales

 

Esto no lo podrá evitar el más intruso

el más poderoso el más ejecutivo de todos los

                                                                             hombres

 

Son cosas sin remedio

no tienen salvoconducto son puras

bruscas

irreconciliables

pertenecen a cada uno especialmente

y son de todos en conjunto