Me asombra, su maravilloso poder.
Desde las altísimas celosías, en su morada.
Sin ningún esfuerzo, todo lo puede saber.
Mis pasos no pisaron, la terrible calamidad.
Dichosa el alma mía. Que le hablaste, tu verdad.
Renovadoras palabras de aliento, puede decir.
A los corazones, que en este día. Va a bendecir.
Glorificado, enaltecido, sea el Rey Celestial.
Bendito por siempre... Sea por la eternidad.