Como en estambres secos,
así la vida; ya en secretos
ríos fluviales, o en herméticos
sótanos anegados, como manos
que alientan, la sombra que
escapa de la puerta silenciosa,
esa luz de madrugada. Antigua
y generosa, la vida ofrece su calvario
de terraplenes dubitativos, de ensenadas
proféticas, y cuerpos testarudos.
Todo, en reciente tumulto.
Y observas la laguna olvidadiza,
los exámenes dictaminados, las plegarias
sostenidas, los embalses de agua
que trepa la colina; y te anegas
tú también, en llanto, o en oxígeno
necesario y colectivo. Sales
de la bruma con ímpetu, con ganas,
derribando mitos. Y en tu cuerpo
hay cierta fragancia, y sonora, y espaciada.
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