La juventud de fogosos
anhelos y ardientes flamas,
acumula las pasiones
con sus ribetes de magia.
Son insignes aventuras
coronadas de guirnaldas,
sin pensar en la rivera
que se esconde en lontananza,
con sus pasos atrevidos
vivas banderas levantan.
La madurez silenciosa
con sus sendas plateadas
llega siempre galopante,
sus temores pronto saltan
cuando contempla el paisaje
del misterioso mañana.
Ansiosos los corazones
de la tranquilidad hablan,
buscando seguridad
que les evite las lágrimas.
El hombre vive el ocaso
evadiendo las borrascas
disfrutando atardeceres
con cánticos de alabanza
viviendo cada momento
con la paz en sus entrañas
cuidando por su salud
por la que con furor clama
y dejando como herencia
una prudente palabra.