I
Me recoste de la noche,
en la soledad que atañe a la distancia.
Lejos de la sonrrisa que se subleva.
Lejos de la palabra que se empaña.
II
No se puede ultrajar al viento que pasa,
y se deja morir de mengua.
No se puede cerrar los ojos a la locura,
Ni se puede maniatar la memoria desierta, ¡habla sola!.
III
Acariacia sus penas
Se lleva el beso, lo secuestra
Cubre su rostro de selva
Y lo envenena.
IV
Me recoste en el compás de la espera,
y nada pasó.
Crucé la estratosfera del dilema,
y no despertó.
Busqué la mas pura verdad
de su existencia y no la encontré.
V
¡No estaba ahí, donde la deje!
Tal vez el sueño se la llevó al paraiso.
Quizás vuelva por todo,
tal vez regrese por nada.
VI
Me acerqué al borde de su abismo
y estaba allí, sentada,
descabellada y ausente.
mbf@vicsof 18621:1220.