Carlos Hector Alvarez

AƱoranzas

De pibe solía  jugar
la pata lisa, para no gastar
las alpargatas bigotudas
de tanto caminar.
me ponía los pantalones
que mi hermano mayor
ya no usaba,
Para la escuela marchar,
los mismo que las camisas
o el guardapolvo gastado.
Todo era prestado,
nada era mío,
salvo el deseo de compartirlo
Era feliz en mi pobreza
porque no pensaba en ella
mi alegría era estudiar,
hacer pelotas de medias
para llevarla a la cancha
donde poderlas patear.
No sabía quien gobernaba,
ni tampoco me importaba
no conocí a los corruptos 
que se unen para currar
tanto como hoy

que nos resulta natural.
Solo había un sargento
de la policía, al que temía,
no por él, sino por el látigo 
que  usaba sin dudar,
no le gustaba verte en la calle jugar 
te pegaba unos azotes
que quedaban marcados en la piernas, 
los que el volver a casa, delataban
que me había portado mal.
De cajón, si las descubrían
tenía que pasar por caja,
como castigo, de nuevo a cobrar.
De adolescente, todo cambió
Y poco a poco
lo que viví en mi infancia
en el recuerdo quedó
Vinieron otros tiempos 
no tan felices, pero distintos
Otros juegos, otros planes,
nuevas amistades
que en el cole encontraba,
junto a los amores, 
que en sueño, acariciaba
Después llegó la hora
de asumir la responsabilidad
de formar una familia
junto al ser que amo de verdad,
ver venir y crecer en unidad 
a los hijos del amor.
Hoy ya, más que anciano,
pienso que lo realizado 
no está perdido, ni fue en vano
sé que al morir, no seré olvidado,
por la huellas que  dejo al caminar
perfumadas de amor y de moral.