Las flores que agonizan...
en las madrugadas,
los espíritus que en las noches...
recorren viejas calzadas,
los niños que decidieron
morir bien temprano,
los moribundos que, tercos,
aplazan su muerte para el otro año.
La sirena que en la distancia
grita... ¡emergencia!,
el político que sigue
pidiendo... paciencia,
el cura que sale...
de una taberna roja,
dos prostitutas en un atrio...
pidiendo limosna,
los santos que ya están hartos...
de respirar veladoras,
y el sacristán que no da razón...
del cura, ni de su demora.
El rayo de sol
que implora... ¡ayuda!,
porque en la gran ciudad
solo al cemento... alumbra,
el viejo que, ya caduco,
ha cogido nuevos vicios,
y el niño que vino al mundo
sin pedir permiso.
La estación a la que ya...
no llega el tren,
la tierra que da una vuelta y...
de nuevo gira, ¡pero al revés!
xE.C.