Gotas de lluvias fantásticas,
que se filtran como rayos solares,
y navegan hacia el corazón de los mares,
en azuladas aguas románticas.
Hojas verdes y florecitas,
de una rama en su alumbramiento,
savia íntima es su alimento,
nutriente de pasiones infinitas.
Campos sembrados de alfileres,
que como clavos taladran mi morada,
vacío traicionero que sabe a nada,
que sin matar, como un arma hieres.
Flujo imantado de polos afectos,
viajero de un universo en expansión,
donde la cercanía es una explosión,
de inquina, rechazo y desafecto.
José Antonio Artés