Alfredo Saez

-Los dulces perales-

 

 

La azul noche azabache del otoño se columpia

en la semi esfera estelar, constelación de Orión,

y más acosadoras y  pestilentes nostalgias envía,

indiferente a elásticos saltitos del mínimo gorrión.

 

El fresco día joviano desliza la gobelina  alfombra solar,

 blanquiverde ambulancia trae graves anuncios con sirena

sonoridad  de repitencias sintomáticas de un giro infeliz,

 negra carroza  de casta popular prepara danza de la pena.

 

Allá van cabizbajos los afortunados fugitivos del hisopado...

dejan susurros,triste consuelo como desafinado fado portugués

 al correr de dos años y algo más de crecientes incertidumbres

cuando desde el código etario todo parece salir al mortecino revés.

 

Por el norte cardinal adviene aterido  y tosiendo, viejo el invierno;

 antárticos fríos  fijos en el temblororo subsuelo del termómetro

que en la exigua mesa del pobre, rápido se agota el guiso flaco

 viéndose ya, potente excavadora, mecánico rito en función retro.

 

 ¡Velas ceremoniales a mano! Supervivencia secular nos salvará;

vendrán  pronto muy benditas las nutricias yemas primaverales

que se irán tal vinieron malditas probanzas de virósicas coronas

y nos sonreiremos,bella Proserpina,entre hortelanos dulces perales.