Él estaba sentado en ese oscuro bar
recordando el olvido
añorando eso que dejó en el pasado
No quería tomar más
dejar así, sin más, la realidad
pero esa mano aferrada al vaso
lleva el licor como una daga
enterrándola una vez más
en su garganta
El cantinero, sin ganas
rellena el vaso otra vez.
La mano derecha sobre la frente
oculta que llora amargo
las oleadas de recuerdos
los besos dados
sin saber a quién
culpa de esa mano izquierda
la del vaso como puñal.