Perdido el camino
por el que el corazón te guía
solo queda arrojarse al vacío
de unos besos con sabor amargo,
al gran mar ingobernable
con un peso atado al cuerpo
para dar llegado al fondo
mucho más rápido
y nazca ahí el poema
de a una vida condenado
ya bastante
como para que encima
te den más trabajo
los de antaño
interesantes...
Habemos de llegar
hasta la sangre
con los dientes bien armados
y suficiente
con estarlo siempre esperando,
hojas tibias
por la más mínima brisa
previa al invierno
molestadas:
cruel decadencia de las almas.