Hay proyectos tan peligrosos, que en lugar de proyectos, son más bien proyectiles. (Alejandro Díaz)
Los ojos con que iluminas
lo amplio de tu sonrisa
son lámparas que encandilan
y energía que electriza.
La manos de las abuelas
trabajan y no se cansan
son dulce como las ciruelas,
de esas ciruelas pasas.
Tenía que emprender mi viaje
y al ver tan largo el camino
me quité todo el ropaje
y volví a quedarme dormido.
Ayer me acosté sin cena
pensando en el desayuno
y hoy me toca, que pena
pasar el día en ayuno.
Dame una mano primero
alegre y muy amorosa,
que esperaré un mundo entero
hasta que me des la otra.
Tú me dices que no sabes
pero yo sé que es mentira
pues te ví blandiendo el sable
y cargar tu carabina.
Tu me dijiste lo ignoro
mostrando serio semblante
y yo mostrando decoro
hice también de ignorante.
La luna está de pláceme
con su cara sonreída
estrenando nuevos cráteres
con asombrosas medidas.
La gallina busca los huevos
para poderlos empollar
ella quiere pollos nuevos
para no cacaraquear.
La cosecha de guayaba
atrae a los pajaritos,
apenas le dan su picada
y ya tienen su almuerzo listo.
La luna se untó de polvo
su cara resplandeciente
y el charco lleno de lodo
no la refleja y miente.
EL negro de tu cabellera
en su perfecta oscurana
contrasta, quien lo dijera
con lo blanco de tu alma.
Ven y dame un beso
y después dame un abrazo
y verás que solo eso
nos aleja del fracaso.
Mama se ponía brava
cuando yo me sonreía,
pero si me carcajeaba,
más furiosa ponía.
Si tengo una moneda
sabes que es tuya también,
pero si nada me queda
nada comparto, mujer.
Las frutas verdes caídas
sufren la amarga tortura
al no conocer de la vida
lo dulce de quién madura.