A Carlos Álvarez
Preso bajo el báculo de la tortura
impotente ante la negación del retrete
con una arma oculta en las celdillas
de su pensamiento
agazapado crujiendo en la oscuridad
buscando la elasticidad de otras paredes
difícilmente estables en el pabellón de la
memoria hostigada ensordecida
relajada por el golpear en un mismo sitio
de repetidos interrogatorios
víctima de insectos que se abirragan a su piel
y se deleitan con su sangre emancipada
convirtiéndola en superficie de viscosas ulceras
indiferente a la posibilidad de un nuevo sacrificio
al sudor acumulado durante esos días
cuya noción ha perdido
para satisfacción de sus morbosos cancerberos
altivo ante la adversidad que algún día habrá
de exterminar sus hijos honrando la memoria
de sus horas más terribles
el prisionero político sabe
que todo es posible hasta la muerte
en el oscuro callejón de cualquier prisión
del régimen
pero
sin embargo
conserva vivo el entusiasmo
y la fe
irrevocable
en la victoria final